Las características que regían el capitalismo de mediados del siglo XX, no son las mismas que las del capitalismo moderno. Antiguamente, la duración de los empleos era mayor (muchas veces de por vida) y existía por tanto cierta estabilidad y seguridad a largo plazo. Estas características del trabajo han cambiado indudablemente en la época actual. Hoy en día, nos encontramos con organizaciones más horizontales y flexibles y con trabajos a corto plazo. Richard Sennett, describe en este libro las peculiaridades de este nuevo capitalismo y cómo influyen sobre el carácter y la vida profesional y personal de los trabajadores.
Uno de los cambios más notables son las formas de producción. Hace algunos años, era muy común la producción en cadena. Este trabajo era llevado a cabo por individuos que realizaban la misma tarea una y otra vez, consiguiendo con ello una amplia productividad. Este tipo de empleo ha sido ampliamente criticado desde la idea de que la rutina puede volverse autodestructiva, minando la moral y la motivación del trabajador. En este sentido, la rutina está desapareciendo en el nuevo capitalismo, ya que la aparición de la tecnología está sustituyendo a estos trabajos humanos. No obstante, en el libro se recalca que gran parte de los trabajos modernos que se realizan también son repetitivos, ya que consisten en realizar siempre las mismas tareas utilizando un ordenador. El autor ofrece respecto a este tema, los dos puntos de vista de una forma aparentemente objetiva. En mi opinión, un trabajo tan rutinario como el que se llevaba a cabo en la producción en cadena es insufrible. Sin embargo, cierta rutina es necesaria en cualquier puesto de trabajo ya que, al especializarte en él, es lógico que realices funciones similares constantemente, lo que hace además que ganes experiencia y destreza en ese campo. Consiste en encontrar un equilibrio entre ambos extremos.
Por otro lado, en el libro se expone un caso en el que la tecnología ha sustituido al trabajo manual, el ejemplo de la panadería. En este caso, parece que el autor mira con nostalgia los métodos antiguos de fabricar el pan, a través de los ojos de algunos de los propios trabajadores de la panadería.
La tecnología avanza muy deprisa y sustituye a las técnicas artesanas de una forma eficiente, es decir, es rápida y los costes son bajos. No obstante, todavía existen pequeñas tiendas artesanas en las que, precisamente por el trabajo manual y el esfuerzo que requiere la fabricación, sus productos son altamente valorados entre los consumidores. Ambas posibilidades pueden coexistir, no siendo una mejor ni peor que la otra. Habrá que esperar para ver si la tecnología es capaz de reemplazar totalmente a los métodos antiguos. En mi opinión, el introducir la tecnología no conlleva necesariamente que se pierda la esencia del trabajo o que aumente el desapego con el mismo, como se dice en el libro, solamente lo facilita.
La característica más distintiva del neocapitalismo es la flexibilidad. Esta flexibilidad se manifiesta en distintos aspectos. Uno de ellos consiste en la reinvención continua de las instituciones, lo que se expone como “re-engineering”. Esta palabra se refiere al cambio que se produce en la estructura de las empresas, las cuales pasan de jerarquías piramidales a redes horizontales. Otro aspecto es la especialización flexible de la producción, que aparece como respuesta a la inestabilidad de la demanda, es decir, a la necesidad de crear productos más variados cada vez más rápido. Un tercer aspecto es la concentración de poder sin centralización.
El autor critica duramente la bondad del nuevo modelo flexible. Pone en duda que la productividad que se consigue sea mayor que la antigua y habla de la falsa idea de liberación que se desprende del concepto de flexibilidad. A su entender, aunque haya disminuido la jerarquía, existen nuevas formas de poder y control sobre el trabajador que son incluso peores que las anteriores.
Desde mi posición, una estudiante que no ha tenido aún la oportunidad de trabajar en una empresa, puedo dar una opinión basada en lo que he aprendido hasta ahora, que quizá pueda cambiar con la experiencia. Por el momento, pienso que la bondad está en encontrar el equilibrio. Una estructura jerárquica con muchos niveles directivos puede ser demasiado aparatosa, dificultando la comunicación entre los trabajadores y sobre todo, desde los trabajadores base hacia los puestos de arriba. Sin embargo, en una empresa grande, me parece imprescindible cierta jerarquía. Considero que es necesaria para organizar, coordinar, poner objetivos en común y marcar las directrices básicas de la empresa. Por tanto, lo ideal sería una combinación entre estructura piramidal y en red, con pocos niveles directivos.
En cuanto a las formas de control, el autor afirma que son ahora peores y critica el horario flexible. Pone un ejemplo de que el trabajo en casa está más controlado que el que se realiza en la oficina, ya que recibe una vigilancia más estricta. Vuelve a aparecer aquí la idea de la falsa libertad. A mi entender, es lógico que se controle al individuo que trabaja en casa ya que son necesarias ciertas garantías de que se está realizando el trabajo. No obstante, esto no hace que el trabajo en casa o el horario flexible no merezcan la pena. Para mí, ambas opciones son buenas oportunidades para distribuirse el propio tiempo y organizarse, cosas que considero muy importantes.
Otro tema que se trata en el libro es el del trabajo en equipo, concepto muy valorado hoy en día. Para el autor, el trabajo en equipo es una especie de juego de falsa cooperación, ya que siempre en el fondo se busca el interés individual. Además, según sus propias palabras “las ficciones que niegan la lucha individual por el poder o el conflicto mutuo sirven para reforzar la posición de los que están arriba.” Desde mi punto de vista es necesario saber trabajar en equipo, ya que dentro de una gran compañía siempre se va a necesitar cooperar con otro departamento, seguir el trabajo donde lo ha dejado el anterior, etc. No obstante, lo que dice el autor es cierto, siempre se busca el interés individual, a no ser que se esté luchando dentro de un equipo con una motivación muy fuerte, como puede ser en el caso de una empresa pequeña en la que el número de integrantes es reducido y todos intentan sacarla adelante. En el resto de situaciones, una posible solución podría ser que el trabajo en equipo estuviera guiado por un coordinador o responsable del grupo que se encargara de distribuir y revisar las tareas que cada miembro del grupo lleva a cabo. De este modo se evitaría la relajación que puede darse en ocasiones al verse amparado dentro de un grupo en el que nadie es enteramente responsable.
Por otra parte, otro de los rasgos asociados al capitalismo flexible es el riesgo. En este neocapitalismo, se vive continuamente expuesto al riesgo del cortoplacismo, de los despidos y de los cambios continuos de empleo, lo que implica vivir en un continuo estado de vulnerabilidad. Además, el cambio continuo de empresa, hace que solo se puedan formar vínculos débiles entre individuos, lo que afecta mermando el compromiso y la lealtad. Estas ideas, aunque duras, me parecen bastante ciertas. Si tu permanencia en una organización va a ser de unos pocos años no pones el mismo esfuerzo en sacarla adelante que si es aquella en la que has estado trabajando toda la vida. En cuanto al ámbito personal, estoy de acuerdo en que las relaciones personales también se ven afectadas. Cambiar de empleo conlleva cambiar de compañeros y, en ocasiones, de amigos, y si el número de cambios es muy elevado, es difícil mantener todas las amistades pasadas. Lo mismo ocurre si es necesario cambiar continuamente de domicilio, como se expone en el ejemplo de Rico. Esto puede llegar a afectar por tanto, al ámbito familiar. No obstante, la extrapolación que se realiza en el libro hacia la familia me resulta un tanto exagerada. No me parece que el cortoplacismo o el trabajo en equipo tengan que llevarse hasta este ámbito, ni practicarlos en casa afectando a la relación con los hijos como se insinúa en el libro.
En definitiva, podría decirse que el libro ofrece una visión bastante pesimista acerca del capitalismo flexible. Las nuevas instituciones surgidas para atacar la rutina, se basan en el cortoplacismo y las estructuras amorfas en red, características que hacen florecer adjetivos como falsa libertad, superficialidad o máscaras de cooperación. Su influencia sobre el carácter me parece acertada, pero llevada demasiado hasta el extremo. En mi opinión, el cambiar de puesto de trabajo y las nuevas formas de operar (en red y en equipo) no tienen porqué afectar personalmente hasta el punto de perder la sensación de tener una personalidad sostenible o una identidad concreta, ni afectar al trato familiar; aunque sí es cierto que mantener relaciones a largo plazo se hace más difícil y el cambio continuo puede afectar negativamente sobre el carácter, aunque también enriquecerlo.